La formación como clave para ser un buen gestor de flotas
La formación actualizada y constante es uno de los pilares fundamentales en el desarrollo profesional de las personas y, más aún, en el ámbito de la gestión de flotas, donde el conocimiento de la tecnología y del mercado son primordiales y estos factores no dejan de evolucionar continuamente.
Partamos de la base, ¿a qué se dedica un gestor de flotas? ¿Cuál es su cometido dentro de la empresa?
Podemos decir que un gestor de flotas es el responsable de administrar la flota de vehículos de la empresa y su logística, ya sea el coche del jefe y su directiva, así como los 200 camiones que hacen rutas nacionales o internacionales, o las 3 furgonetas de reparto que se mueven en un perímetro local.
Esta actividad supone la selección de los vehículos adecuados según la actividad de nuestro negocio, su mantenimiento, la gestión de los conductores, la programación de las rutas de viaje, costes de combustible… Todo ello a través de una plataforma telemática y con el objetivo de obtener la mayor eficiencia y beneficios.
Sabiendo esto, ¿qué cualidades debe tener el profesional que se encargue de la gestión de flotas?
Deberá ser una persona organizada y ordenada, con inquietud por el mercado y sus continuos avances, resolutiva, con decisión y con buenas destrezas informáticas y tecnológicas. No es necesario un perfil muy alto en cuanto a cualificación, pero tiene que ser un perfil técnico que sepa solventar las necesidades de la empresa.
¿Es suficiente con que cumpla estos requisitos o debe tener una formación específica en la materia?
Los gestores de flotas necesitan una formación específica para rentabilizar al máximo sus vehículos y optimizar su rendimiento. Como decíamos, lo adecuado es que sea un perfil técnico, por ejemplo, un ingeniero, aunque todo dependerá también del tamaño de la flota de vehículos que vayamos a gestionar, pero lo fundamental es que sea una persona formada y con capacidad de adaptarse a los cambios, al desarrollo tecnológico y con predisposición por la innovación del sector.
Hasta aquí nos queda claro pero, ¿quién debe correr con esta formación? ¿Es cosa del profesional o debe ser la empresa la que ponga de su parte y forme a sus trabajadores?
Aunque la predisposición debe partir del trabajador, no todas las empresas se toman en serio la necesidad de formar a sus empleados en materia de gestión de flotas. Aún a día de hoy, la mayoría lo consideran como un coste innecesario, siendo el gerente o el director comercial el que desempeña este papel y no hay una gestión profesional.
Sin embargo, en los tiempos que corren, y más en esta situación de pandemia, la tecnología es más necesaria que nunca: sirve para hacer los procesos más ágiles, más eficientes, y facilita el contacto entre trabajadores (CRM digital, etc.), por lo que es innegable su repercusión. Las empresas comienzan a ver sus beneficios y, con ello, la necesidad de invertir en un profesional que se ocupe de esta área.
La clave es considerar la tecnología como una inversión y no como un coste, y con ello a los profesionales que se encargan de gestionarla y sacarle el máximo rendimiento.
Implementar tecnología significa implementar formación.