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"Romper los límites": ciencia para entender la crisis del planeta

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El documental Romper los límites. La ciencia de nuestro planeta (Netflix, 2021) reúne al legendario naturalista y divulgador David Attenborough con Johan Rockström, profesor sueco de ciencia ambiental reconocido mundialmente por liderar la investigación sobre los límites planetarios. A diferencia de otros documentales, donde los científicos son "actores invitados" en un coro de políticos, activistas, celebridades y hasta militares, esta vez los protagonistas son quienes desde hace décadas estudian los ciclos de la Tierra, alertan de las crisis de origen antrópico y plantean "rutas" para arreglar el embrollo, porque opinan que todavía hay chances y que esta década será decisiva.

Es un vistazo también hacia la humanidad de quienes producen el conocimiento científico en que se apoyaron las grandes movilizaciones climáticas y ecológicas de los últimos años. El film dirigido por Jonathan Clay contó con la participación del prestigioso geólogo Jason Box, el climatólogo brasileño Carlos Nobre, la secretaria ejecutiva del Ipbes Anne Larigauderie y la bióloga australiana Daniella Teixeira, entre otros.

"Los científicos y ecólogos como yo hemos estado hablando durante décadas sobre el calentamiento global, y es frustrante que no nos hayan escuchado", se queja el profesor Terry Hughes, que dedicó gran parte de su vida a estudiar el blanqueo de corales de la Gran Barrera australiana. Al científico se le humedecen los ojos con pesar cuando cuenta que ya se atravesó el punto de inflexión para el blanqueo de corales y que, si las emisiones de dióxido de carbono (CO2) siguen así, ese proceso tendrá lugar todos los veranos hacia el final de este siglo. "Al comienzo de cada película de desastre hay un científico ignorado", se lee en la imagen del tuit fijado por el especialista australiano en Twitter.

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Fue en 2009 cuando Rockström y otros científicos pioneros como Will Steffen y el ya fallecido Paul Crutzen publicaron un estudio en Nature acerca de los límites planetarios. Más de una década después, el documental de Attenborough y Rockström presenta un "dream team" de especialistas de distintas latitudes -muchos de los cuales son asiduos colaboradores de este último- para abordar los nueve procesos que regulan la estabilidad y la resiliencia de la Tierra: cambio climáticocambios en la biósfera (desde la pérdida de hábitats a la extinción de especies), ciclos del nitrógeno y el fósforoozono estratosféricoacidificación oceánicauso de agua dulcecambios en el sistema de tierrascarga de aerosoles atmosféricos y "entidades novedosas" de origen humano (metales pesados, residuos radiactivos, transgénicos y microplásticos).

Para casi todos ya se han fijado indicadores más allá de los cuales aumenta el riesgo de desencadenar cambios ambientales drásticos e irreversibles. De los nueve límites, el documental alerta que cuatro ya han sido traspasados, y dos de estos están en la zona de "alto riesgo": los ciclos del nitrógeno y el fósforo, que aportan nutrientes para los ecosistemas, y los cambios en la integridad de la biósfera. El único indicador con resultados favorables es la capa de ozono, cuyo potencial impacto generó tal pánico en la década de 1980 que obligó a que se dejara de producir con ciertos químicos.

La civilización no hubiese podido florecer sin mares y océanos estables, gruesas capas de hielo en los polos y previsibilidad del tiempo y las estaciones. Pero los 10.000 años de estabilidad que el Holoceno brindó a la humanidad quedaron atrás. Aunque aún tenga el "documento en trámite" en la Comisión Internacional de Estratigrafía, la nueva época, el Antropoceno, tiene el aval de gran parte de la comunidad científica, que apela al concepto desarrollado por el químico Crutzen para explicar la realidad planetaria desde la posguerra. En apenas medio siglo la humanidad abandonó el Holoceno y entró en un período de cambio climático acelerado producto de la industrialización moderna y la globalización, que dejaron huella en registros fósiles recientes.

Zonas muertas por los fertilizantes sintéticos descargados en mares como el Báltico, "sabanización" de la Amazonia -cada vez más seca por el agronegocio alentado por Bolsonaro y sus predecesores-, océanos más calientes y ácidos, corales que "se cocinan", montes que se encogen -como el Kebnekaise en Suecia-, pérdidas de 10 000 m3 de hielo por segundo en Groenlandia y siete millones y medio de muertes cada año por la polución del aire son manifestaciones de cómo una mirada económica cortoplacista empuja a la Tierra fuera de sus límites seguros.

Ya en 1988 el planeta pasó el límite de concentración de 350 partes por millón (ppm) de CO2. En la actualidad hablamos de 415 ppm, con pasos acelerados hacia los 450 ppm, indicador considerado de alto riesgo. Los incendios en Australia a comienzos de 2020 fueron un ejemplo brutal, pero los efectos de la crisis climática son visibles en todas partes y traen consecuencias a todo nivel: sequías, deshielos, tormentas, inundaciones y temperaturas récord. El planeta se recalentó 1.1 ºC desde la Revolución Industrial y, con una economía aún atada a los combustibles fósiles, avanza rápido hacia el temido 1.5 ºC fijado como punto de inflexión.

El documental dedica un pasaje particular a la pérdida de biodiversidad, uno de los indicadores más agudos de la crisis y una amenaza directa a la supervivencia humana. Aunque suene a ciencia ficción, con la drástica reducción de vida silvestre una sexta extinción masiva es cada vez más posible. Todos los reinos están comprometidos: desde la cobertura vegetal de selvas, bosques y humedales a los grandes mamíferos, los reptiles y las aves, pasando por las abejas -de cuya polinización depende el 70 % de los cultivos- y otros insectos.

"La ciencia es clara", dice Rockström, cuyo último libro -llamado igual que el documental- tiene prólogo de Greta Thunberg, una de las voces que se alzaron con fuerza como parte de un movimiento que se hace cargo de las alertas científicas, que dan fundamento y explicación a fenómenos y manifestaciones que ya son parte de nuestra vida cotidiana.

Aunque no hay soluciones mágicas ni "de la noche a la mañana", Rockström y Attenborough dan algunas pistas: poner el planeta en el centro de la economía, "aplanar la curva" hacia cero emisiones, apostar a las energías renovables, más árboles, reciclado y cambios saludables en la alimentación.

"Es un momento extraordinario para estar vivo, pero también conlleva una gran responsabilidad, la de actuar en forma decisiva. No tenemos tiempo que perder", expresa el científico sueco. Visualmente espectacular, el film de Netflix tiene éxito al exponer el riesgo existente en los complejos ciclos que gobiernan la vida en el planeta y la inmensa labor de quienes se dedican por entero a investigar y producir conocimiento. Sin embargo, como otros documentales del género apunta a las decisiones individuales y se queda corto a la hora de mencionar a los responsables y la salida de fondo a esta crisis civilizatoria.

Ya es hora de dejar de ignorar a los científicos y empezar a actuar colectivamente por nuestro planeta.

Fuente: Carbono News