Oda y la ventana abierta
Una mañana en un día de sol radiante una niña de nombre Oda se acercó a la ventana para ver la nieve recién caída.
Oda quería tocar aquella nieve tan blanca, tan perfectamente caída en el alféizar de su ventanal. La tentación de ver y sentir en sus dedos ese polvo tan brillante era terriblemente magnética. Oda sabía perfectamente que fuera la temperatura podía rondar los -10 grados. De hecho, muy a menudo, sus padres le enseñaban los datos de la pequeña estación meteorológica digital que tenían en casa. Los sensores exteriores aquel día apuntaban a un cielo despejado y límpido. Aunque toda la noche nevó abundantemente.
Oda acercó sus manitas a la manija de la ventana y con un gesto rápido abrió el ventanal. Estaba sentada en su mesita y, finalmente, delante de la nieve puso su palmo en el manto blanco.
¡Qué frío! y qué satisfacción fue tocar la nieve recién caída. Casi se podían reconocer los cristales amontonados y cómo era de suave y esponjosa.
Al cabo de un minuto Oda escuchó su padre que la llamaba porque tenía que marcharse para ir a la escuela.
Así que Oda intentó cerrar la ventana, se bajó rápidamente cogiendo su mochila y se fue.
En la habitación silenciosa un ligero soplo de viento abrió por completo la ventana mal cerrada. De pronto el frío intenso entró en la habitación congelando rápidamente todo lo que estaba en su interior.
El radiador ADAX que estaba instalado debajo de la ventana se encontraba en perfecto funcionamiento. Hasta el momento, estaba manteniendo la habitación a 18º grados centígrados.
Por suerte, en cuestión de segundos el sensor del radiador ADAX se activó.
Los radiadores ADAX, recién comprados por los padres de Oda, tenían la característica: “detección de la ventana abierta”, un automatismo que baja la temperatura deseada en caso de brusco y repentino descenso de la temperatura ambiente, en este caso la habitación de Oda.
En el mismo momento una notificación apareció en el móvil del padre de Oda.
Oda, le preguntó el padre, ¿has intentado abrir la ventana de tu cuarto?
Si, papá, quería tocar la nieve, pero he cerrado, o… eso creo.
Vale, no te preocupes, cuando volvamos en casa miraremos de cerrar bien la ventana.
El padre de Oda pensó en voz alta.
De momento apago definitivamente el nuevo radiador ADAX desde mi móvil; así nos salvamos de una factura de centenares de euros que habría llegado a fin de mes.
Si tú también quieres el mejor radiador WIFI ADAX y controlar tu gasto estás a un paso de conseguirlo como los precavidos padres de Oda.