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85% más de vidas gracias a las nuevas limitaciones de velocidad en las ciudades

Actualizado el
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Sateliun

La reforma en la velocidad por carretera ya es una realidad que afecta a todos los municipios españoles asegurando una mejor convivencia entre peatones y vehículos.

Un estudio de la Organización Mundial de la Salud (OMS) avalaba en 2011 la necesidad de reducir la velocidad de los transportes en las carreteras urbanas. Diez años después, entra en vigor en toda España la normativa que obliga a reducir la velocidad en vías urbanas a 30 kilómetros por hora; una medida impulsada por la Dirección General de Tráfico (DGT) y que bebe de distintos estudios como el mencionado de la OMS.

En 2019, el 82% de las 519 personas que fallecieron en accidente en una vía urbana fueron usuarios vulnerables, es decir, peatones, ciclistas y motoristas. Diversos estudios constatan que la probabilidad de morir en caso de atropello es de un 15% si se circula a 30 km/h y aumenta a un 85% a 50 km/h. El peligro de fallecer a esta nueva velocidad disminuye en hasta cinco veces. "Menos velocidad, más vidas en la ciudad” es el lema bajo el que se pretende conseguir una circulación más segura y adaptada a los ciudadanos.

La relación entre velocidad y accidentalidad es innegable. En general, se estima que reducir un 5% la velocidad media del tráfico, supone reducir un 10% el número de accidentes con heridos y hasta un 20% los atropellos mortales. La diferencia no es para nada desdeñable, y la convierte en una medida ideal para entornos con gran afluencia de peatones como zonas residenciales, colegios, hospitales, residencias de mayores, calles comerciales…

Mejora del nivel de vida

Reducir la velocidad no solo reduce los accidentes de tráfico sino que también facilita una circulación más calmada, que lleva implícita una reducción del ruido y de la contaminación. Con un tráfico más pacífico, se lograrán ciudades más habitables y se garantizará una convivencia segura entre los vehículos y los usuarios vulnerables. Que los vehículos lleven una velocidad menor facilita el cambio de carril, así como la entrada en las rotondas, haciendo más eficientes las infraestructuras urbanas. Todo lo anterior se alinea para además incentivar otros medios de transporte como la bicicleta, que a su vez descongestiona el tráfico urbano.

Así mismo, cuanto menor es la velocidad, menor es la contaminación. Para evitar la emisión de partículas a la atmósfera se deben evitar las altas velocidades. En entornos urbanos el mayor demandante de combustible es el constante arrancar-acelerar-frenar-acelerar que revoluciona los motores y hace la conducción menos eficiente, te contamos cómo ahorrar combustible mes a mes. Es por ello por lo que, limitando la velocidad máxima a 30 km/h, se reducirán de manera considerable los tramos de aceleración y frenada.

También la contaminación acústica será menor, gracias a la mayor proporción de desplazamientos a pie o en bicicleta y las menores aceleraciones de los automóviles. El 80% de la contaminación acústica de nuestras ciudades viene causada por el tráfico rodado. El 74% de la ciudadanía del Estado español está expuesta a niveles sonoros superiores a 55 decibelios producidos por la circulación. Dos de cada tres residentes en ciudades españolas medias o grandes viven en ambientes sonoros considerados inaceptables. La reducción del nivel de ruido mediante el límite de 30 km/h es de 3 decibelios, según el consejo medioambiental SRU.

Ciudades 30

Desde hace tiempo son muchos los Ayuntamientos que venían demandando un mayor control en los límites de velocidad. Muchos ya habían incluso apostado por convertirse en “Ciudades 30”, cambiando la legislación antes de que el Reglamento General de Circulación cambie efectivamente.

Reducir el límite de velocidad máxima de 50 a 30 kilómetros por hora se ha convertido en una de las medidas estrellas de los planes urbanísticos y de movilidad, por su fácil implantación y la eficacia que ha demostrado. Ciudades de todas partes de nuestro país como Pontevedra, Soria, Salamanca, Zaragoza… y así hasta 28 de las 51 capitales de provincia ya han reducido los límites en algunas vías.

Bilbao fue la primera ciudad europea de más de 300.000 habitantes en tomar esta medida. Pontevedra fue reconocida en mayo de 2020 con el Premio de Seguridad Vial Urbana por la Comisión Europea, por su esfuerzo a la hora de reducir los accidentes de tráfico.