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¿Cuánto cuesta poner un punto de recarga de coches eléctricos?

La instalación de un punto de recarga para vehículos eléctricos ha experimentado un auge debido al creciente número de coches eléctricos en circulación. Sin embargo, muchos conductores desconocen los costes asociados a este proceso, que varían dependiendo de diversos factores.

A continuación, explicaremos los principales gastos que implica instalar un punto de recarga en casa, así como algunas recomendaciones para optimizar la inversión.

Tipos de instalaciones y sus costes

El primer aspecto a considerar es el tipo de instalación que se desea realizar. Generalmente, se pueden distinguir tres tipos principales: cargadores monofásicos, trifásicos y enchufes reforzados.

Tipo de cargador Potencia Coste del cargador Coste total con mano de obra Propósito
Cargadores monofásicos Entre 3 kW y 7.4 kW Entre 500 € y 1,300 € Entre 800 € y 1,300 € Hogares con consumo moderado de energía
Cargadores trifásicos Entre 11 kW y 22 kW Entre 700€ y 1,200 € Superior a 2,000 € Aquellos que necesitan una carga rápida y eficiente
Enchufes reforzados Entre 3 kW y 7.4 kW Alrededor de 200 € Dependiendo de la instalación, generalmente más económico Carga puntual y menos eficiente

Si bien los costes iniciales pueden ser elevados, las ventajas a largo plazo, como la comodidad de cargar el coche en casa y el ahorro en gasolina, hacen que esta opción sea cada vez más atractiva para los conductores.

Factores que afectan el precio final de instalación

Existen varios factores que influyen en el coste final de la instalación de un punto de recarga:

  • Distancia desde el Cuadro Eléctrico: Si el punto de carga se encuentra a una gran distancia del cuadro eléctrico, los costes de instalación aumentarán debido a la necesidad de cableado adicional y posibles modificaciones en el sistema eléctrico.
  • Obra civil: En algunos casos, será necesario realizar trabajos adicionales, como abrir zanjas o perforar paredes para pasar cables. Estos trabajos pueden incrementar significativamente el presupuesto.
  • Tipo de Cargador y Potencia: El tipo de cargador que elijas y su potencia influyen directamente en el coste de la instalación, puesto que los cargadores más potentes requieren una infraestructura eléctrica mayor, lo que incrementa el coste de la instalación.
  • Legalización de la Instalación: Para garantizar que la instalación cumpla con la normativa vigente, puede ser necesario realizar una memoria técnica de diseño y otros trámites administrativos, lo que añade un coste adicional.

Ventajas de instalar un punto de recarga en casa

A pesar de que los costes iniciales pueden ser elevados, las ventajas a largo plazo son considerables. Algunos de los principales beneficios incluyen:

  • La comodidad, puesto que no tendrás que depender de estaciones de recarga públicas.
  • El ahorro a largo plazo, ya que cargar tu coche eléctrico en casa es más económico que hacerlo en puntos de recarga públicos, especialmente si aprovechas tarifas nocturnas.
  • El aumento del valor de la propiedad, dado que la instalación de un punto de recarga puede aumentar el valor de tu vivienda, especialmente si vives en una zona con alta demanda de coches eléctricos.

Recomendaciones para optimizar la instalación de un punto de recarga

Para asegurar que tu inversión sea rentable y que la instalación se realice de manera eficiente, es importante considerar ciertos aspectos:

  1. Selecciona el tipo de cargador adecuado: Según el uso que le des al vehículo y tus necesidades de carga, elige un cargador con la potencia adecuada. No siempre el más caro o potente es el mejor para tu caso.
  2. Consulta con profesionales: Es fundamental contar con un instalador certificado que evalúe tu instalación eléctrica y realice el trabajo de manera segura y eficiente.
  3. Planifica la ubicación: Asegúrate de que el punto de recarga esté ubicado de manera estratégica, cerca de la entrada de tu garaje o aparcamiento, y sin interferir en otros servicios eléctricos de la casa.

¿Qué son los fondos de inversión inmobiliarios?

Creado en
2 min reading
casa

Invertir en fondos inmobiliarios es una solución habitual para muchas personas que buscan hacer crecer sus ahorros, de hecho, invertir en bienes raíces siempre se ha considerado una inversión muy segura, especialmente aquí en gran parte de Europa, a pesar del período de severa crisis económica que hemos estado viviendo en la última década.

La precariedad del trabajo en los últimos años ha puesto a prueba a muchos de los inversores españoles, que han preferido invertir su capital en productos financieros que se puedan liquidar más fácilmente, para poder sacar provecho en tiempos de necesidad más rápidamente.

Por lo tanto, el sector del ahorro ha experimentado en los últimos años una particular transformación, que ha permitido la promoción de productos innovadores capaces de satisfacer estas diversas necesidades. Gracias a los fondos de inversión inmobiliarios se han podido transformar las inversiones inmobiliarias, que por naturaleza requieren largos tiempos de amortización e incertidumbre de ingresos, en participaciones de activos financieros que permiten generar ingresos sin necesidad de compra de inmuebles y con posibilidad de reventa, sin pasar por intermediarios como notarios, ni del mercado inmobiliario.

¿Qué son los fondos de inversión inmobiliaria?

Esta categoría de inversión es una alternativa interesante a las inversiones tradicionales, dada su capacidad para retener valor a lo largo del tiempo. En los últimos años, los fondos inmobiliarios han sufrido numerosos cambios, que han provocado profundas transformaciones a lo largo del tiempo.

Una ventaja es la forma de la devolución del capital, es decir, reconocen el derecho al reembolso de participaciones pero solo sobre la base de determinados plazos. Por lo tanto, no es posible aprovechar las tarifas abonadas antes del plazo establecido por el contrato. Sin embargo, también existe una modalidad diferente de fondos inmobiliarios que prevé la introducción de un mecanismo para la posterior emisión de participaciones y reembolsos anticipados, permitiendo a cada participante salir del fondo de inversión incluso antes de la fecha de vencimiento.

A diferencia de los fondos de inversión tradicionales, a través de los cuales cada inversor puede suscribir o rescatar acciones con mayor libertad, aumentando o disminuyendo la liquidez de la inversión, las restricciones, en el caso de los fondos de inversión inmobiliarios, son mayores especialmente en relación al vencimiento. contrato. Esto se debe a que, por su propia naturaleza, comprar y vender bienes raíces es más complejo que comprar y vender valores financieros simples.

Los fondos de inversión inmobiliarios, son fondos mutuos cerrados, a los que pueden unirse varias partes pagando una parte útil para la compra de una propiedad.

Una vez finalizado el período de cobro de las acciones previstas para la inversión fácil, ya no será posible adquirir más acciones de propiedad.

Según lo dispuesto, el administrador del fondo inmobiliario no podrá invertir menos de dos tercios del activo en inmuebles, derechos inmobiliarios e inversiones de capital en sociedades inmobiliarias, mientras que para el tercio restante lo hará ser capaz de diversificar, si lo desea, en productos financieros de distinta naturaleza.

El objetivo principal de este tipo de fondo es poder realizar inversiones en ladrillo, a pesar de no contar con los recursos económicos para poder realizar una inversión para la compra de una propiedad completa. Los fondos de inversión inmobiliaria son fondos de inversión cerrados, ya que prevén el reembolso de la acción suscrita sólo después de la fecha de vencimiento, después de un período inicial en el que el tamaño de la inversión se determinará desde el principio. Una vez que se haya recopilado cada acción, ya no será posible unirse.

Puede suceder que un inversor sea capaz de invertir en un fondo inmobiliario con un valor inferior al valor liquidativo declarado, logrando así un buen trato o, viceversa, verse obligado a vender sus acciones por debajo del precio.

Sin embargo, esto le permite liquidar sus inversiones de una manera sencilla, lo que quizás con una propiedad física a su disposición sería imposible o difícil de hacer en poco tiempo.