El divorcio con hijos
Hay que ponerse en lugar de los niños. De un día para otro, la persona que les llevaba al colegio, lo deja de hacer. No está en casa, no le ayuda con los deberes… Además, la situación en casa es diferente. Hay tristeza, llamadas que cambian el ánimo del cónyuge, preocupación. Y todo esto les afecta.
Estamos acostumbrados a pensar en el divorcio como una situación entre dos partes. Sin embargo, no debemos olvidar que cuando se trata de hijos comunes, la ruptura del matrimonio debe tener una mayor responsabilidad para proteger a estos menores, velar por sus intereses y asegurar que las condiciones de la pareja no afecten negativamente a su crecimiento.
Los padres deben asegurarse de que el divorcio o la separación no afecten negativamente la calidad de vida de los hijos menores, y el impacto sobre ellos debe ser lo más pequeño posible. Para ello, deberán considerar sus circunstancias personales y profesionales para que puedan ejercer de manera adecuada y adecuada su tutela.
El bienestar de los niños depende, en caso de divorcio, por un buen entendimiento entre los padres. Parece algo simple teóricamente, pero puede ser muy complicado en determinados casos de divorcio.
Pero a pesar de todo ello, de todas las culpas, reproches, malos entendimientos o falta de amor que haya, siempre hay que tener presente en un divorcio a los hijos.
Tres puntos a tener en cuenta en un divorcio con hijos
Los abogados de familia recomiendan siempre la negociación y la mediación, sobre todo si hay hijos en el matrimonio.
Según el Instituto Nacional de Estadística, en más de la mitad de los divorcios había hijos dependientes (todos los menores de edad o mayores de edad que dependían económicamente de sus padres).
Hay varios puntos que se deben considerar, o algunas técnicas que podemos tomar para hacer que los niños involucrados estén menos afectados. Como dijimos, la primera es la ruta del divorcio. El segundo tema es el tema de la tutela. Por último, si elige una subdivisión controvertida, intente no llevar al menor ante el juez.
La vía del mutuo acuerdo, la mejor opción
Mantener una buena relación entre los padres animará a los niños a animarse juntos. En la historia del comienzo del libro (que no suena exagerada, porque la realidad siempre trasciende las historias de ficción), hablamos de cómo los menores notaron la ausencia de uno de sus padres. Y cómo la atmósfera se vuelve turbia, escasa y tensa.
Todas las soluciones para los niños que no se sienten así serán bienvenidas. Si una buena relación lo permite, e incluso si no hay coexistencia entre las dos partes, es importante mantener procedimientos de rutina durante el proceso de ruptura.
El hecho de que se lleve a cabo de forma mutuamente acordada también supondrá evitar la iniciación de engorrosos trámites judiciales entre los engorrosos menores. Además, si existe una relación cordial entre las partes, también se evitarán las medidas cautelares tomadas por el tribunal para proteger a los menores, porque esto no amenazará al villano.
Además, si existe tal respeto entre las dos partes, los padres podrán explicar a sus hijos lo sucedido sin recurrir al discurso de odio o la venganza. Se recomienda hablar con los niños y contarles sobre la nueva situación entre sus padres y las razones por las que han hecho que sus padres estén allí. Más importante aún, es vital que los niños sientan el amor de sus padres para que no sientan miedo o inseguridad. Además, deben dedicarse a enseñar a los niños a controlar sus emociones.
También hay que prestar atención a la edad de los niños, porque no es lo mismo un bebé de un año que un niño menor de siete, un adolescente de trece años o un niño de diecinueve años. Debes saber cómo adaptar tu discurso a cada grupo de edad, y cuándo pueden emitir sus propios juicios, escuchar sus argumentos y considerarlos.
¿Qué tipo de custodia es mejor para los hijos?
No hay duda de que la custodia compartida es la opción recomendada por los abogados de derecho de familia. La jurisprudencia también está cada vez más avanzada en este sentido: con el aumento de la custodia compartida, la interrupción año tras año se ha convertido en la principal elección del tribunal en algunas Comunidades Autónomas.
La custodia compartida significa que ambos padres mantienen la custodia de sus hijos y pasan una cantidad de tiempo similar con ellos (no necesariamente el 50%). Esto significa vivir cerca unos de otros, y otra cosa importante es que los niños puedan mantener sus propios hábitos como lo hacían antes de la disolución del matrimonio.
En estas situaciones, por lo general, ninguna de las partes paga la pensión alimenticia de educación de la otra, porque ambas partes responden de la misma manera a los gastos en alimentos, atención médica, educación y vestimenta. Si la diferencia de ingresos entre los dos padres es grande, a veces puede haber pensión alimenticia para criar al niño.
Puede pasar que este tipo de custodia no pueda darse puesto que el juez considera que no se dan las circunstancias necesarias. Ya que es su Señoría quien estudia los informes psicológicos, las opiniones de las partes implicadas, y decreta el tipo de custodia, será ella quien decida optar por esta vía o bien asignar la custodia a uno de los progenitores estableciendo un régimen de visitas y una pensión alimenticia.
Para los casos más extremos, se habilita un Punto de Encuentro Familiar donde llevar y recoger a los niños, o incluso prohibir al progenitor no custodio salir de este espacio vigilado con su hijo.
Siempre hay que recordar que el juez protege los intereses de los menores más que sus padres, por lo que su decisión estará encaminada a velar por los intereses de los menores.
No hacer del hijo un arma en los juzgados
Si no se llega a una vía de solución y finalmente se recurre a un procedimiento en disputa, también se pueden seguir algunas sugerencias. El primero es no convertir al hijo en un arma arrojadiza contra el excónyuge y testificar ante el juez. Esto parece lógico, pero la experiencia de jueces y abogados demuestra que sucedió.
El abogado de divorcios también pidió no llevar al menor a los tribunales. Si cualquiera de las partes hace una solicitud, las personas mayores de 12 años están obligadas a asistir a una audiencia o someterse a una prueba psicológica, e incluso a partir de los 10 años, el tribunal puede exigirlos si uno de los padres lo solicita. Esto es algo muy complicado para los niños.