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Francisco Vera Manzanares: "El desarrollo del mundo debería medirse por el valor que le damos a la vida"

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Érase una vez un niño de 11 años, nacido en Colombia, llamado Francisco Javier Vera Manzanares...

Casi todos los cuentos comienzan de esta forma, y aunque esto no es literatura, el joven creador de Guardianes por la Vida, la organización dedicada al cuidado del medioambiente y protagonizada por niños y niñas de América Latina y el Caribe, podría ser perfectamente un personaje de ficción. Cuando Francisco habla es imposible no quedarse atónito intentando comprender cómo una persona con tan poco camino recorrido puede hablar con la potencia, la convicción y el amor con que lo hace. El pequeño nació en Bogotá, pero vive en Villeta (Cundinamarca) junto a su familia, rodeado de biodiversidad y acompañado de su perro Pinky y su gato Foucault. Sí, el filósofo francés Michelle Foucault, que, inspirado por Marx y Heidegger, cuestionó las múltiples formas del poder y consolidó frases como "no soy un profeta, mi trabajo es construir ventanas donde antes solo había pared".

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Todo esto que parece alejado del prototipo de infancia programado en nuestras sociedades, es para Francisco parte de su mundo cotidiano: filósofos, Stephen Hopkins, telescopios, entrevistas, discursos, causas, pero también pausas y juegos. El niño colombiano, del que todos hablan y al que todos buscan, sueña con ser sociólogo y astrofísico, pero también con conocer todos los países del mundo y ser testigo del momento en que la humanidad le haga jaque mate a la crisis climática.

Con un optimismo y una sonrisa que contagia, el activista que recibió una carta de la expresidenta de Chile y la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de Naciones Unidas, Michelle Bachelet, y fue declarado Embajador de Buena Voluntad de la Unión Europea en su propia casa, dialogó con Carbono News y dejó en claro que si la empatía no le gana a la indiferencia nuestra Casa Común tendrá el tiempo contado.

 

-¿Quién es Fran según Fran?

-Fran es una persona que defiende la vida, la naturaleza principalmente, que vive en Colombia. Que es muy pequeña, pues tiene 11 años. Pero, de igual forma, hago muchas cosas, entre ellas, estudiar en sexto grado. Ese es Fran para mí.

-Sorprende que una persona tan pequeña sea tan determinada y esté tan convencida de lo que persigue. ¿Cómo surge este proceso de activismo?

-La forma en que yo me expreso, hablo, mis pasiones, lo que hago, no solo son sobre medioambiente. Hablo de muchas cosas. En mis redes sociales no sólo hago videos de medioambiente, sino de historia, de lectura. Creo que es un don que me ha dado Dios, un don de poder hablar, de poder transmitir consciencia a otras personas. Esa pasión por lo que hago nace y empieza por el lugar en donde vivo. En Argentina hay mucha biodiversidad, como en Colombia. Pero muy pocos tienen la posibilidad de vivir esa biodiversidad. Allá está la Patagonia, Cabo de Hornos, el lugar más austral del planeta, todas esas islas del sur, también, por supuesto, la parte territorial que reclama Argentina en la Antártida, el desierto que comparte con Chile, es decir, hay mucha biodiversidad en todo el mundo.

Fran quiere ser sociólogo o astrofísico (Foto: Instagram)

Este planeta es maravilloso. Tiene un gran filtro que le permite dar todo tipo de vida. Sin embargo, y como decía, muchos tristemente no lo disfrutan, y no lo hacen porque vivimos en un lugar muy globalizado centralizado en las ciudades, donde hay mucho movimiento, sobrepoblación. Todos estos factores no nos permiten conocer a las personas ni al verdadero entorno. Conocer Colombia, por ejemplo, no es sólo conocer Bogotá, Medellín o Cali, que son las tres principales ciudades del país. Sino que un conocimiento real es poder entender sus vías, sus carreteras, la gente, la cultura, la biodiversidad y eso es la posibilidad que he tenido gracias a Dios. No sólo tengo dos animales de compañía como Pinky que es mi perrito y Foucault que es mi gato, sino que en la finca de mi abuela hay patos, gallinas, pavos, un montón de plantas, yucas, tomates, plátano. En conclusión, esa ha sido mi inspiración principal.

-¿Te gusta o sentís que es acorde definirte como activista?

-Claro que sí. He aprovechado mi pasión para ponerla a disposición de temas como el activismo, las redes sociales y muchas cosas más.

-Con tan sólo 11 años tu voz tiene un alcance masivo. ¿Lo tomás como una responsabilidad, o cómo definirías esa llegada a la gente?

-Es cierto que es una responsabilidad, pero más que responsabilidad o deber es una pasión. Es algo que hago porque me gusta y me apasiona.

-Siendo un niño podemos decir que tienes una agenda recargada. ¿Cómo es un día de Francisco?

-La niñez tiene mucho tiempo y la mayoría de los niños dedican ese tiempo para jugar o estudiar. Soy un niño, entre comillas, normal, que estudia. Pero precisamente al usar ese concepto de niño "normal'' estamos creando un paradigma que nos dice que un niño normal tiene solo algunas características: que solo juega, que estudia y ya. Yo estudio, juego, ahí está mi tía jugando de grande y yo también juego con ella, me meto a la piscina, ando en bicicleta, consiento a mis animales.

Pero, por ejemplo, esta nota va a durar unos 30 minutos aproximadamente, por lo que dedicar de 24 horas, todo un día, esa media hora a una nota, es relativamente poco. Es cierto que el tiempo vale oro y yo lo aprovecho muy bien. Tengo muchas clases, muchas tareas, pero el tiempo que tengo libre lo aprovecho para jugar, leer, para tomar fotos, y para hacer esto.

Francisco con la biblioteca que le construyó su abuelo Miguel (Foto: Instagram @franciscoactivista)

-¿A qué quisieras dedicarte cuando seas más grande?

-Quisiera ser sociólogo o astrofísico.

-Es cierto que hay una estandarización de todo y la niñez es parte de ello. Sin embargo, ¿notas diferencias de intereses y perspectivas con respecto a otros niños?

-Claro, hay bastantes diferencias con muchos de ellos. Hay niños que tienen un pensamiento similar al mío y otros que no, aunque, precisamente, de eso se trata de que cada uno tenga su pasión, porque somos diferentes. Yo tengo esta visión, pero hay otros niños que se interesan por el arte, la música, los videojuegos. Entonces, sí hay diversas visiones y es muy importante escucharlas a todas.

-Hay una frase que solemos decir los adultos que es: esta generación de niños va a salvar o transformar el mundo. ¿Crees que ustedes, los más pequeños, tienen ese desafío?

-Somos una generación de cambio porque, regularmente y como hemos visto a lo largo de la historia, todos tenemos los mismos derechos, pero no a todos se nos fueron garantizados de la misma manera. Pero más allá de esto, creo que es sumamente importante, que, al tener los mismos derechos, deberes, ser tan diversos y al vivir en países libres, sí vamos a ser una generación que cambie bastante el mundo.

-Si pudieras explicarle a alguien que ni siquiera se acerca al conocimiento de lo que es e implica la crisis climática, ¿qué le dirías?

-Sinceramente, lo que les digo, es que la crisis climática es la peor crisis que hemos vivido en toda la historia de la humanidad. Hemos vivido muchas crisis sanitarias, muchas pandemias, pero en ninguna de ellas se pone en riesgo a todo el planeta. Hemos vivido muchas crisis económicas, como las que estamos atravesando, pero ninguna pone en riesgo a todos los seres vivos del planeta.

Básicamente, es catastrófico porque las personas son indiferentes ante esto que está ocurriendo: los gobiernos, los legisladores y muchos ciudadanos. Pero, además, la crisis climática no es algo que nos toca solo a nosotros, sino a todos los seres vivos porque, en definitiva, es nuestro planeta el que está en juego.

 

-Hay muchos activistas jóvenes con una posición o sentimiento de enojo, pero en tu caso se percibe todo lo contrario: optimismo, alegría y esperanza. Ante tanto caos ¿cómo es posible tener esa resiliencia?

-Es una forma de ser. Creo que hay que ser optimistas y realistas, pero no pesimistas. Podemos estar con esperanza viendo lo que sucede, y eso es lo que hay que transmitir: más que un mensaje de tristeza hay que trasmitir esperanza a las personas. Al hablar de una crisis nos sentimos bajo un panorama muy desolador. por lo que cuando la explicamos, la debemos contrastar con ese panorama esperanzador, con esa luz al final del túnel que va a ser mucho mejor de lo que hoy estamos viviendo.

En resumen, más que crisis es esperanza y es importante saber que hay millones de personas en todo el mundo que se unen para poder luchar por esas causas.

-Toda esta exposición y reconocimiento público tiene sus sorpresas. ¿Podés contarnos de alguna persona que te haya contactado que no te lo esperabas?

-Algo que no me esperaba era que viniera la ONU a mi casa. Es algo muy lindo que me llena de mucha felicidad porque sinceramente no me lo esperaba y no sé qué palabras usar para describir semejante emoción. Fue una persona que me contactó, que representaba a la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet.

-¿Y cómo fue ese encuentro?

-Vino la representante de Colombia de Michelle Bachelet a entregarme una carta de ella.

Otro encuentro que me gustó mucho fue la visita, también a mi casa, de la Embajadora de la Unión Europea, para nombrarme Embajador de la Buena Voluntad de la Unión Europea en Colombia.

-Sos muy pequeño y el camino que estás haciendo, quizás, a muchas personas les lleva la vida entera. ¿Qué hay de acá hacia adelante, qué otros sueños?

-Un sueño personal es poder conocer todos los países y que, obviamente, se acabe esta crisis, lo que está pasando en este planeta.

-¿Por qué crees que estamos donde estamos y quiénes crees que son responsables?

-Creo que estamos donde estas por una sola palabra: indiferencia. De las personas que saben lo que pasa, porque está frente a sus ojos, y no hacen nada. Y esto no sólo ocurre con el cambio climático sino con muchas otras cosas en todo el mundo. Estamos como estamos por la falta de empatía con el prójimo, no importa si el otro se quedó sin casa si yo tengo la mía.

 

 

-¿Vas a estar en la Cop-26 de Glasgow?, ¿qué esperas que ocurra en esta instancia internacional?

-Sí, hay una posibilidad de que vaya a la Cop-26. Y entiendo que los países van a seguir reafirmado su apoyo a la mitigación del cambio climático y ya. Incluso, en la Cop-25 no se hizo mucho. Básicamente, se plantearon algunos compromisos y América Latina avanzó con el Acuerdo de Escazú que es una herramienta muy importante.

Pero seguramente las grandes potencias, como China, dirán nuevamente: en 2070 hablamos, o en 2070 tendremos 50% menos de gases de efecto invernadero, en 2050, en 2030. Todo el tiempo estamos aplazando las soluciones y es hora de materializarlas, no podemos seguir haciendo jueguitos como si el planeta fuera una pelota. El desarrollo en el mundo no debería medirse por el valor económico, industrial o tecnológico, sino que debería medirse por el valor que le damos a la vida.

 

-¿Crees que el sistema político está a la altura de las circunstancias que vivimos con esta crisis?

-Creo que el sistema político es sumamente importante. Muchos lo menosprecian y apuntan a que todo pase por las acciones cotidianas, y nosotros con un cepillo de bambú aportamos sólo un 5% de lo que los países contribuyen, que es casi un 75%. Pero también es necesario que haya voluntad política en los gobiernos del mundo para la acción, con rapidez y eficacia a la hora de las metas y objetivos climáticos que nos propongamos para el futuro.

-¿Cómo nace y en qué está trabajando Guardianes por la Vida?

-Guardianes por la Vida es un movimiento de Colombia, Argentina, México, Brasil, Venezuela y Chile que promueve el cuidado del medioambiente a través de actividades como sembratones. Por ejemplo, en el Día de la Tierra sembramos más de 200 árboles en todo Colombia y, como en Argentina era otoño, lanzamos una campaña de compostaje porque el tema tiene mayor relevancia. Allí estamos trabajando con varias secretarías de ambiente que están trabajando esas temáticas, articulamos con instituciones; por el día del medioambiente hicimos una limpieza masiva de colillas aprovechando que coincide con el día de concientización contra las colillas de cigarrillos.

-¿Cuáles son los requisitos para ser parte?, ¿cuántos adeptos tiene?

-Pueden entrar jóvenes, niños y niñas, todos. Aunque, principalmente, el movimiento está dirigido hacia niños, porque en todo el mundo vemos movimientos como Fridays for Future, que son para más adultos. Yo tengo 11 años y encontrar un movimiento de mi edad es algo complicado.

En Colombia somos 220, en Argentina 50, en México 20, en Venezuela 10 y en Brasil y Chile hay dos por cada uno.

-¿Qué representan tus papás en este trayecto?

-Mis papás representan todo el amor y aprecio, todo lo que soy.

-¿Un mensaje para todos los que te siguen?

-Mi mensaje es que siempre sean perseverantes en sus sueños y, hasta donde lleguen, siempre aporten al planeta y a nuestro medioambiente.

Fuente: Carbono News